Entre los muchos seres que pueblan este mundo, entre los
muchos objetivos y razas diferentes de cervatillos que nos rodean y con los que
andamos a diario, sobre todas ellas, destaca una, dos, tres, o más, según lo
afortunado que seas: tus ex.
Una ex es un ser extraño, huraño, casi escurridizo o… todo lo contrario. Con tus
ex puede pasar casi cualquier cosa, que les pilles de buen día (y entonces
pilléis los dos), o que vengan de malas,
de morros, de mala uva, de mala hostia, se levanten con el pie izquierdo y,
entonces, pilles tú solito: te pueden montar un pollo, echarte cualquier cosa
en cara, romper un jarrón, o prenderle fuego a tu casa porque no le llamaste el
día de su cumpleaños: cualquier cosa.
El porqué es, a día de hoy, un misterio para los mejores filósofos,
psicólogos, teólogos y psiquiatras, pero no para nosotros. Y es que muchas
veces, es la experiencia más fuerte que cualquier teoría. Así que ya sabes:
mejor prueba, tírate de cabeza a la piscina (o que se tire ella, que si va de
blanco, transparenta), échale un par, arriésgate, más vale equivocarse que no
intentarlo. Aunque después de la primera orden de alejamiento, es mejor que
dejes de intentarlo, en serio.
Es importante que, antes de ir a verla, o quedar con tu ex
en cualquier sitio, pienses bien (con el cerebro, so mamón). Tantéala, otea con
disimulo sus intenciones, y si hace falta, pregunta e interrógala con un flexo
sobre la cara al más puro estilo Gestapo, pero, por nada del mundo, quedes con
ella sin saber previamente que quiere. No seas valiente, no seas osado y, por
supuesto; no seas idiota.
Si cuando hablas con ella, ella habla del pasado (si habla
BIEN del pasado), si se pone cariñosa, o si te pide sexo rápido sobre una mesa
(puede pasar, puede pasar en serio), ¿qué debes hacer? Pues quedar con ella en
algún sitio bien vacío, lumbreras. No la lleves a sitios románticos, no la
lleves al sitio en que os conocisteis ni a un concierto de Pablo Alborán, ¡no!
Ella es tu EX, no necesitas conquistarla, no necesitas asegurarte de que le
gustas y, desde luego; no necesitas hacer estupideces para agradarla: quiere
polla, y la quiere ahora.
Pero si cuando hablas con ella, saca a relucir temas
turbios, habla de vuestra ruptura, o te pide dejar claras cosas que siempre han
estado mejor enterradas bajo 15 kilos de lava candente; no seas imbécil, y
escaquéate de cualquier forma. Tienes una prima segunda en el norte de Europa
muy enferma por una fiebre tifoidea, un encargo secreto del gobierno mongol
para derrocar al malvado líder de los masones o una diarrea épica que amenaza
tu vida. ¡Lo que quieras, pero no vayas! Si no te queda más remedio, procura
encontraros en un lugar con mucha gente, y, a poder ser, a la vista de
civilones o picoletos, no vaya a ser que se le escape un bofetón. Y, por
supuesto, no menciones al Buitre Beodo.
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